El conflicto constitucional.
Durante el año 1890 el Presidente Balmaceda se vio envuelto en el más grave conflicto constitucional que hasta entonces se hubiera presentado en la república. La oposición había llegado a ser mayoría en el Congreso. Demarcados con toda precisión los campos políticos, del lado del gobierno estuvo solamente un estrecho núcleo liberal y del lado de la oposición una verdadera amalgama de partidos: liberales sueltos, nacionales, radicales y conservadores.
La tensión entre el Poder Ejecutivo y el Congreso llegó al extremo que la mayoría parlamentaria negó al Presidente la autorización para el cobro de las contribuciones. Balmaceda cedió y nombró un gabinete a satisfacción de la mayoría. La ley de contribuciones fue despachada. Pero luego vino lo más grave. El gabinete de conciliación hizo crisis y el Presidente los sustituyó por otro de minoría, que encabezaba Claudio Vicuña. El Congreso había clausurado ya sus sesiones; no podía, por consiguiente, censurarlo. Pero la ley de presupuestos para el año 1891 no se había discutido ni aprobado. Para este efecto, el Presidente debía convocar el Congreso a sesiones extraordinarias y no lo convocó. Llegó así el 1° de enero de 1891. El presidente lanzó un manifiesto al país y declaró que regiría para este año el mismo presupuesto del año anterior. El conflicto constitucional tocaba a su término. El Presidente concluía violando la Constitución y asumiendo una dictadura de hecho.