Crisis económica.

A fines del Gobierno de Errázuriz Zañartu en 1876, el país atravesó por una profunda crisis económica. Un déficit grande poseía el fisco. Las minas de Caracoles, como muchas otras de cobre o plata, iban a la quiebra.

Las salitreras de Tarapacá eran recuperadas por el Gobierno del Perú, y las guaneras de Antofagasta, impuestas en distintas formas por el Gobierno de Bolivia. Los intereses chilenos, situados en ambos campos, sufrían grandes pérdidas. El comercio cerraba sus puertas y las fortunas manifestadas en costosos edificios o utilizadas en un lujo descuidado, eran el fiel testimonio de la fugaz opulencia.

El presidente Errázuriz entregó el mando a su sucesor, Aníbal Pinto, el 18 de septiembre de 1876.